No importa cuán sorprendente sea el hecho, pero no sólo los ojos, el rostro, los gestos y el ritmo, sino que casi cualquier detalle de la apariencia, incluso las uñas, pueden definir la naturaleza y el estado de ánimo de casi todos los representantes de lo gentil. Por cierto, este último expresa una esencia femenina no peor que un vestido, un peinado o un maquillaje. Por ejemplo, las uñas francesas clásicas no son más que moderación y refinamiento, las uñas lunares son alegría y coquetería, los diseños japoneses son gentileza y feminidad, el arte de las uñas degradadas es originalidad y coraje. A los clavos se les dio el intrincado nombre “gradiente” por una buena razón. La razón de esto es una técnica bastante complicada y una apariencia poco común.