A pesar de la llegada de mi día especial, la falta de buenos deseos me ha envuelto en tristeza, esperando ansiosamente ese destello de alegría que tanto anhelaba en mi cumpleaños. Despierto con la esperanza de recibir mensajes y llamadas de felicitación, pero el silencio de mi teléfono es ensordecedor. Cada minuto que pasa sin una señal de mis seres queridos aumenta el vacío en mi corazón.
La mañana transcurre lentamente. Preparo mi desayuno, tratando de mantener la mente ocupada, pero la tristeza me acompaña en cada bocado. Recuerdo cómo en años anteriores este día estaba lleno de sorpresas y muestras de cariño. Las llamadas de amigos cercanos, los mensajes de familiares y las visitas inesperadas eran la norma. Este año, sin embargo, todo parece haber cambiado.
Decido salir a caminar, esperando que el aire fresco me ayude a despejar la mente. El parque cercano está tranquilo, y aunque el canto de los pájaros y la belleza de las flores me rodean, no logro escapar de la melancolía que siento. Me siento en un banco y observo a las personas que pasan, preguntándome si alguno de ellos se siente tan solo como yo en este momento.
A lo largo del día, intento distraerme con diferentes actividades. Leo un libro que siempre me ha gustado, pero las palabras parecen no tener sentido hoy. Pongo una película que solía hacerme reír, pero las escenas pasan sin arrancarme una sonrisa. Mis hobbies, que usualmente me traen tanta alegría, hoy solo me recuerdan lo vacío que me siento.
El sol comienza a ponerse y la oscuridad de la noche parece reflejar mi estado de ánimo. Finalmente, reviso mi teléfono una vez más, esperando ver algún mensaje tardío, pero solo encuentro la pantalla vacía. A pesar de la tristeza que me ha acompañado durante todo el día, trato de encontrar consuelo en los recuerdos de cumpleaños pasados y en la esperanza de que, en el futuro, los buenos deseos y la alegría volveráп a iluminar este día especial.
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