En un momento de travesura, nuestro querido Beagle se encontró en un aprieto después de que un juego divertido resultó en un percance en el sofá.
Mientras su madre observaba la escena del desorden del sofá, no pudo evitar dejar escapar un suspiro.
Con una suave palmada en la cabeza, le aseguró que los accidentes ocurren y que todo sería perdonado.
En los días siguientes, el Beagle se propuso enmendar su transgresión.
Y aunque el sofá pudo haber sufrido algunos rasguños y desgarros, el vínculo entre el Beagle y su madre surgió más fuerte que nunca.